La vida tiene fecha de caducidad: VÍVELA

Hay muy pocas certezas en la vida, pero lo que todos sabemos aunque nos cuesta asumirlo, es que algún día nuestra vida y la de nuestros seres queridos llegará a su fin. Esto es un hecho natural, al que lógicamente, si disfrutamos de la vida, nos cuesta enfrentarnos. Pero el no pensar en ello, el no hablarlo, el no tenerlo presente, no hace que esta certeza desaparezca. Y precisamente esa invisibilización o rechazo de dicha realidad, nos impide tomar conciencia de la importancia que tiene el cómo vivimos. Tener en cuenta esta realidad, nos ayuda a vivir el presente que tenemos. Ser conscientes de que en cualquier momento podemos perder la vida, nosotros o nuestros seres queridos, nos tiene que invitar a vivir intensamente, a no desperdiciar momentos, a luchar por nuestros sueños profundos, a dar un verdadero sentido a nuestra vida. ¿Qué es lo que quedará de nosotros cuando faltemos? ¿Nuestro coche, nuestra casa, nuestro puesto de trabajo…? Plantearse estas cuestiones nos puede ayudar a vivir con mayor plenitud, nos puede ayudar a valorar cada pequeña cosa del día: un olor, un sabor, un paisaje, una sensación de suavidad en la piel… La vida no son sólo una colección de experiencias intensas pero efímeras. La vida son los momentos sencillos y cotidianos que vives con plena consciencia, que saboreas y disfrutas porque quieres hacerte presente en ellos: los desayunos con tus hijos; ese trayecto en el coche escuchando tu música favorita; esa llamada para felicitar a alguien y escuchar su voz, en lugar de enviarle un Whastapp, …. ¿Qué recuerdos, qué vivencias nos han dejado nuestros seres queridos que ya no están con nosotros? ¿cómo les hacemos hoy presentes? ¿qué imágenes acuden a nuestra mente al recordarles? Eso es lo que vamos a dejar, para lo que habremos vivido. Así que VIVE, vive intensamente y con plena consciencia cada minuto. Dedica un tiempo a pensar “para qué vives”, qué sentido le estás dando a tu vida, qué más puedes hacer o vivir de otra manera para que tu huella te haya dado felicidad a ti y a los que te rodean. Entonces, ya no tendrás miedo a morir algún día porque antes habrás vivido de verdad.